Nuestra visión y misión están basados en la Palabra de Dios, la Biblia. Podemos encontrar diferentes textos Bíblicos que nos llaman mucho la atención como Iglesia:

En Isaías 61:1 leemos lo siguiente: El Espíritu del Señor está sobre mí, porque el Señor me ha consagrado; me ha enviado a dar buenas noticias a los pobres, a aliviar a los afligidos, a anunciar la libertad a los presos, libertad a los que están en la cárcel.

Creemos que somos llamados a predicar el Evangelio a todas las personas, a través y gracias al cual se llega al arrepentimiento y a creer que sólo en Jesucristo hay eterna salvación y redención.

Dios desea sanar, liberar, renovar y restaurar a todas las personas que sufren y están bajo presión. Este trabajo, milagrosamente sobrenatural, quiere hacerlo Él mediante sus hijos e hijas, aquí en la Tierra. Nosotros, hijos de Dios, somos llamados para ayudar y para poder enfocarnos en todas las personas que sufren, para que Dios pueda intervenir en sus vidas y pueda realizar un nuevo trabajo, el cual sólo Él puede llevar a cabo.

En Mateo 28:19 leemos lo siguiente: Por lo tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

Aquí vemos que, Nuestro Señor Jesucristo, nos dio un mandato para hacer de todas las personas sus discípulos y ser bautizados. Deseamos poder enseñarles y poder hacerles entender aquello que el Señor Jesús espera de nosotros. Es decir, poder aprender que en una vida junto a Él habrá cambios, en la cual Él nos da la fuerza que necesitamos para que paso a paso y poco a poco, se haga cada vez más Su voluntad, y no la nuestra. Él nos ofrece una forma sobrenatural de ayudarnos, fortalecernos, consolarnos y animarnos. Estas razones son suficientes para nosotros como Iglesia, como para emprender esta tarea y proclamar este mensaje de alegría.